malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos:
la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
....el gran Hank

miércoles, 30 de noviembre de 2011

(#)




los viajes de vuelta nunca son lo mismo. un no querer irse. siempre me he dejado algo, un cuaderno, la crema de manos o una madrugada que no alargué lo suficiente. es subirme al avión e imaginar los días con sabor a murmullo de rosario eterno que me esperan. y después el plano cenital de mi vida. y el barrido que nunca llega.
quiero una noche contigo. una de esas en que la piel es más fina. una de esas, en las que mi lengua aprende tu idioma. amarrada a la trinchera de la barra, bebiéndome de un trago el ayer. con la coartada de los cristales empañados que mañana todo olvidan. el deseo en vena. y tú allí, a mi lado, como una isla que me busca en pleno naufragio.

Desempleo - Carlos Pardo




Sólo de ti podría enamorarme
porque no has hecho casi nada,
tú que tampoco fuiste monitora
de natación.

Practicas un ahorro estético
que no consume apenas.
Basta el cielo de azulejo,
la flor escuetamente blanca.

El vivir es un lujo para quien
no tiene familia
ni es un trepa.

Un poema es un frankenstein
cosido a una caducidad sublime
y éstos de aquí no somos tú ni yo.
Nosotros no existimos,

pero salimos de un hotel
más felices que nunca: amarilla la rúbrica
del rombo de tu falda, tostadas con tomate,
aceite con hinojo.

martes, 29 de noviembre de 2011

Huérfanos de la eternidad - Charles Simic






Una noche caminábamos tú y yo juntos.
La luna era tan brillante
que podíamos ver la senda entre los árboles.
Luego las nubes la escondieron
y tuvimos que tantear el camino
hasta que sentimos la arena bajo los pies desnudos
y escuchamos el rumor de las olas.
¿Recuerdas que me dijiste:
“Todo, fuera de este momento, es mentira”?
Nos desnudábamos en la oscuridad
al borde del agua
cuando arranqué el reloj de mi muñeca
y sin ser visto ni decir
nada, lo arrojé al mar.

El sueño - Jorge Luis Borges



Si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?

¿Por qué es tan triste madrugar? La hora
nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible
en un sopor que la vigilia dora
de sueños, que bien pueden ser reflejos
truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra
y que el día deforma en sus espejos.

¿Quién serás esta noche en el oscuro
sueño, del otro lado de su muro?

viernes, 25 de noviembre de 2011

Habitaciones, poema del tiempo que no pasa - Louis Aragon






Que venga aquél que me odie y que me mate
le daré las gracias con toda mi sangre
dicen que a la hora de morir la memoria
pasa revista a la vida
Apartad de mí esa prueba
apartad
de mí esa prueba del tiempo al revés
qué le hice al cielo para tener que acordarme
sólo quiero errar en esas habitaciones de tiempos condenados
Abro las puertas sobre el silencio de nosotros
escucho el pasado huir de un jarrón rajado
y la flor marchitarse por carencia de agua borrarse el perfume
en su fango
Sólo preciso estar en tus brazos tus dobles brazos de olvido

Habitaciones de ropa tirada sobre una silla
esta noche no buscaré el zapato perdido
no abriré las cartas que me esperan sobre la mesa
mi labio en tu hombro ahoga los sollozos de antiguas noches
Habitaciones donde ya no hablan sino los muebles
abandonados a la sombra
Llegamos al final del viaje
los caballos
no pueden más
hasta los cascabeles
se apagan
Cuán largo y lento fue todo para mí
he caminado de rodillas mis años
mis caminos sangran
El paisaje en torno nuestro ya no tiene
más árboles que piedad
no se oyen más que sollozos por el siglo
así
espantosamente no habremos podido hacer nada
sino ver el martirio y el crimen
Había creído sin embargo había creído
Oh tus tiernos dedos sobre mi boca
no es a mí mismo a quien compadezco niña mía sino
a los demás
al trigo agujereado apaleado
por el granizo de los demás
y no poder nada sino quedar descuartizado por ello
ahora sé cómo las cosas poco a poco
se desgranan
no queda en torno nuestro sino esa bruma de la mirada
que no acaba de acabarse
cuáles son sin embargo las palabras postreras
después de eso nada tiene lugar y el corazón está helado
ya no escucho los pasos apresurados de la gente
El portero no subió los periódicos de la tarde
Ah no te alejes no te duermas antes de que te diga
por fin lo esencial hay que
decírtelo
ese secreto de toda la vida a la hora en la que
el aire de mi labio aún palpita entre nosotros
desde las pálidas alas de la confesión y se dispersa
el polen sin peso de las palabras
No tendré no habría tenido el tiempo de decir por fin lo
que sé lo que sé por fin
emprendí esta tarea

estando al final de mí mismo
oh el tiempo perdido
el tiempo de reconocer
el bien del mal el tiempo de ser
empezado tan tarde.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Contra-orden - Ángel González








































Esto es un poema.

Aquí está permitido
fijar carteles,
tirar escombros, hacer aguas
y escribir frases como:

Marica el que lo lea,
Amo a Irma,
Muera el…(silencio),
Arena gratis,
Asesinos,
etcétera.

Esto es un poema.
Mantén sucia la estrofa.
Escupe dentro.

Responsable la tarde que no acaba,
el tedio de este día,
la indeformable estolidez del tiempo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Going home - Pere Rovira

Los años, y la luz
en el poso de la copa olvidada,
matan las ganas de ver.
Cuando es tarde, lo urgente
igual que cuando acaba la noche y te sonríen,
es ser feliz.
La poesía, los recuerdos sucios,
los limpios, el aburrimiento,
el champán rosa de la madrugada
metiéndonos con Wagner o lanzando sarcasmos
pueden crear momentos
conflictivos aún -y literarios.

Pero no quieres más: es tarde.
Ya nace el día y te sonríe
y le brillan los ojos y la piel
blanca, desde el bar la ves,
que siempre te enamora como el día
primero que te sorprendió.

El sol rojo
y el coche a ciento ochenta
te hacen reír de un verso
final que le escribiste:
"Hacia la vida tú, yo hacia mi casa".

... Il faut avoir le courage de l'avaler - Pere Rovira




Un día, años
después de perderte, te encontraré,
cuando ya sólo sirva
para recordar. Me mirarás entonces
con tus ojos de cueros
y, como buen cobarde, encajaré el azote
con la cabeza baja y en silencio.
La mano cálida de tu amor,
aún generosa, rozará mi pelo
y acaso tu cuerpo me excite
una vez más. Disimulando
te invitaré a un almuerzo de lujo
y te preguntaré por tus poemas
y por tus amantes. Tú, como siempre,
demasiado lista para entender la vileza,
sonreirás y dirás
unas palabras justas en francés
sobre las ostras o sobre la poesía.
A la hora de las copas, yo
lo desearía pero tú no
me preguntarás nada, y creeré,
ya ves, que tu desprecio
protege los residuos del amor.
Fingiré un poco más, diré frases brillantes
más ridículas que nunca
y a media tarde nos separaremos;
hacia la vida tú, yo hacia mi casa.

martes, 22 de noviembre de 2011

el ángulo muerto



siempre hay uno, un ángulo muerto por el que acecha la desidia sin que me dé cuenta. siempre hay un martes triste y húmedo que no llega a ser poético, que no llega a ser abismo y en el que se huele la madrugada como una mala perra que me muerde. con la pena como una fuente de la que me harté de beber. estoy más que lejos para perturbar el orden de tu prosa. pensándote. mirando fotos de kertesz para acabar de arruinar la noche. inclinarlo todo hasta el extremo y partir el horizonte para acercarte es un maldito sueño. mis deseos como un ovillo eterno. me llueve por dentro. lento. muy lento.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Escribir - Roberto Brodsky



Un escritor es una intuición, y supongo que existen tantas intuiciones como maneras de seguir esa huella del aire en que termina convirtiéndose cada uno al abordar el trabajo de la escritura, que es el arte de la transformación. Porque escribir es transformarse. Como si la figura pública del escritor no fuera más que un indicio de la progresiva y ciega disolución en el esfuerzo de nadar de noche en busca de la otra orilla donde aletea un espejo.

Inicialmente puede ser el ladrido nabokoviano de un animal en el bosque, el juvenil y entusiasta cross a la mandíbula de Roberto Arlt o la ineluctable modalidad de lo visible que nos acompaña en la edad adulta, pero como fuera es la intuición quien hace al escritor y no al revés.
(...)
Pero un escritor es también algo que no existe; es decir, algo que se llena. Escribir es quedarse quieto, clavarse en un solo paso; adquirir la inmovilidad del recipiente que se infla mientras adopta la forma escurridiza de su contenido. Si es veneno, la escritura se hará más espesa. Si se somete a una determinada presión, se transformará en gas. Si se agita demasiado, producirá búrbujas. Si se vierte en un chorro, se cubrirá de espuma. Convertirse en receptáculo de los flujos inconstantes e irregulares que hacen al mundo y a las personas en el estado de distracción que nos domina. Avanzar quieto, viajar lento, considerar la posibilidad de no escribir nada para comenzar a escribir algo, olvidado del imperativo de escribir a riesgo de desvanecerse como escritor.
(...)
Escribir es perforar el muro de una situación imposible.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Cuando relato mis trashumancias, mis caídas, mis delirios y mis secretas orgías, lo hago únicamente para detener, ya casi en el aire, dos o tres gritos bestiales, desgarrados gruñidos de caverna con los que podría más eficazmente decir lo que en verdad siento y lo que soy.
Maqroll el Gaviero.
Quince mil días secos han pasado,

quince mil ocasiones se perdieron,

quince mil soles nulos que nacieron,

hora tras hora contados,

en el solemne, más grotesco gesto

de dar cuerda a relojes inventados

para buscar, en los años olvidados,

la paciencia de ir viviendo el resto

sábado, 19 de noviembre de 2011

Shades of Black - Hank Williams III


"Vengo de donde hay tres sombras negras
Depresión, Miseria y diversión infernal
No, nosotros no somos el tipo que da la espalda y corre
Nosotros somos de una certera casta que no te gusta
Algunos somos adictos, algunos monstruosos y otros los demonios de todos los días
Nadie sabrá nunca lo que hemos sido y por lo que hemos pasado
y estamos orgullosos de la luz de la luna.
A todos nos gusta el metal y el whisky
vivir duro y perseguir el infierno hasta abajo.
Nunca vamos a renunciar a lo que tenemos
porque la oscuridad nos emociona."

viernes, 18 de noviembre de 2011

Desgracia - J.M.Coetzee

Él disfruta con la alegría de ella, una alegría sin afectación. Le sorprende que una hora y media por semana en compañía de una mujer le baste para sentirse feliz, a él, que antes creía necesitar una esposa, un hogar, un matrimonio. En fin de cuentas, sus necesidades resultan ser muy sencillas, livianas y pasajeras, como las de una mariposa. No hay emociones, o no hay ninguna salvo las más difíciles de adivinar: un bajo continuo de satisfacción, como el runrún del tráfico que arrulla al habitante de la ciudad hasta que se adormece, o como el silencio de la noche para los habitantes del campo.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Arrugas del tiempo - Pierre Reverdy


Cuanto más grito más fuerte es el viento
La puerta se abre
Arrastra la piel y las plumas
Y el papel que vuela
Corro por el camino tras las hojas
Que echan a volar
El techo se rebela
Hace calor
El sol es un imán
Que nos sostiene

Desde kilómetros
Me gusta el ruido que haces
Con tus pies
Me dicen que corres
Pero nunca llegarás nunca

El Viejo aficionado al arte tiene una sonrisa idiota
Falsario y ladrón
Animal nuevo
Todo le da miedo
Se apergamina en un museo
Y participa en las exposiciones
Lo he puesto dentro de un volumen en el último anaquel

Ya no cae la lluvia
Cierra tu paraguas
Que vea tus piernas
Abrirse al sol

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Leyendo escribiendo - Julien Gracq




El escritor, ante sus libros, es sensible sobre todo a su evolución, el lector a sus constantes. Un autor es siempre, me parece, ingenuamente sorprendido cuando constata la facilidad de un lector sin experiencia crítica especial para detectarlo detrás de un fragmento de unas cuantas líneas, tomado al azar en sus libros. Él no se consideraba tan parecido a sí mismo porque sus propios libros nunca pudieron tenderle verdaderamente un espejo; si vuelve a abrirlos, bien ve en ello lo que los empaña, los raya o los descascarilla, no lo que reflejan de indeformable.

M A E L S T R O M



al arquitecto de mis entrañas se le olvidó
incluir una salida de emergencia
para huir de mí misma
mis sueños poseen
velocidad y violencia
en su justa medida
huelen a sándalo
y saben a hiel

anoche soñé que te arrestaba
por no haber hecho nada malo
te interrogaba
en silencio
era tu enfermera
Leni
y te hallaba culpable e irresistible
sin nada más que alegar
me convertía en tu maelstrom
te ofrecía todos mis ángulos
como guarida
como única escapatoria
te invitaba a cruzar la puerta del cielo
y sentarte en el sofá del infierno

después
regresábamos al campo de batalla
y aunque no era tarde
ya no quedaba tiempo

martes, 15 de noviembre de 2011

Tiempo y materiales - Robert Hass

¿Conoces esa lechera de un Vermeer? Ensimismada
en el acto de verter un pequeño flujo de leche.
Impresiona en el Mauritshuis Museum de La Haya
ver lo blanca que es, y lo real, como ante alguien
que lee su propia poesía o canta en un coro, crees
estar viendo su alma, un animal concentrado en su quehacer,
una ardilla, su pelaje resplandeciente en otoño, que se estira

bajo una delgada rama para alcanzar la baya madura
de un espino, prueba la rama con su peso,
se queda quieta cuando se inclina, estira luego con cautela una pata.

Nada hay menos ambiguo que la concentración de un animal
y por eso celebras, admiras incluso, que la atención de ella,
ajena a ti, sea tan vívida, y te provoca melancolía
no obstante. Nada mejor que ser la fiel sirviente
y como pensamiento suyo, el influjo de leche.

En La Haya, en la cafetería de empleados, me pregunto
quién será el restaurador. La chica rubia
en el reservado, chaqueta japonesa de marca, que picotea
el requesón -¿Requesón y pastel? El azúcar
del pastel ya había sufrido su transformación en el horno
mucho antes de que se despertara. Parece una persona
que calcula precios y decide conformarse con eso.

Es algo que se percibe cuando su blanca boca ensimismada
acepta los bocados de pastel con el azúcar reposada.
O el hombre mayor, pelo castaño encanecido, chaqueta de lana marrón,
zapatos marrones de ante como el instante en que alboroto y puesta de sol
se unen y desvanecen. Una boca conformada a base de ironías privadas,
como si hubiera asistido callado a demasiados encuentros con personas
que le parecían más poderosas pero mucho menos inteligentes que él.

¿O ese tipo delgado como un silbido, el pelo negro peinado hacia atrás
con la forma en zigzag de un rayo en la nuca?
No sé si existe realmente un arquetipo. Me hubiera gustado
hacerle una entrevista. ¿Qué haces en la vida?
Sólo soy un acólito. Mondo el tiempo, con mucho cuidado,
de las delgadas capas de pintura en lienzos de hace trescientos años.
Restituyo la leche que fluye bajo la pintura oscurecida
del cántaro que sujeta la mujer representada, joven, su mejilla
rosa y ligeramente de amarillo, fortuna de la luz
que casi la toca a través de la ventana que la refracta.

Soy el sirviente de un ademán tan perfecto, de un cuerpo
tan en armonía, que se convierte en un pensamiento, tan ensimismado,
y, aunque apacigua el deseo, lo provoca infinitamente.
Pero ni la conoces ni la vas a poseer, ni tú
ni nadie. El hombre de negro debe de ser un ayudante del conservador.
Mira como si pensara que él es la obra de arte. Por todas partes
en La Haya ese olor de tierra baja a sal marina.
No sabemos nada de la madre de Vermeer.
Obviamente suplanta ahí su pezón, toma
toda la tradición de la Virgen y la transforma en luz y leche
con ese hábito tan meticuloso de imaginar las geometrías
de la composición que opera en él. Y en ella: robusto cuerpo alemán,
luz tenue, habitación muy sencilla.

El exquisito tapiz rojo que su piel, quizá teñida
un poco por la aspereza de una toalla, adquiere.
Y esa estacada que mueve la nostalgia
hacia lo sombrío y el aturdimiento, se agradece después.
Uno de vosotros toca la vena del cuello del otro,
siente el pulso de la impresión, la corriente de un río
o el flujo de leche. Quién desea el paraíso oriental de la Amida
cuando existe todo este mundo para probar con la lengua,
tocar con los dedos, vello como hilos de seda
que se alisa en los brazos del otro, en las piernas, bajo la espalda.

Entonces hablas. Siempre esa otra impresión
de la vida concreta, la vida vivida, una madre en un asilo,
pudiera ser, una persona difícil, dolida o vengativa.
El chismorreo de los otros sirvientes. Un hermano que trabaja
en una posada y tiene grandes planes.
Escuchas. Aprendiste hace tiempo la regla
de no pensar lo que vas a decir a continuación
cuando está hablando la otra persona. Una parte de ti
la sorbe como leche. Algo en ti empieza a notar
que somete a prueba la decepción consigo misma en el acopio
de una complejidad indolentemente formulada. La observas
menear la cabeza para corregirse; percibes
que tiene una mente que quiere hacer las cosas bien.

El temblor de su cuerpo arrulla una noción
a lo largo de tu costado y te estiras para sentir de nuevo
la humedad que nos corresponde en lugar de la luminosidad
de la pintura. Más tarde, en una de esas rutas la mente
retorna de nuevo sobre sus pies, habla de
Hans, el mayordomo, cómo fuerza a la chicas
y luego reza con fervor los domingos a cada hora.

Es domingo. Se está vistiendo. Habéis acordado
pedir un taxi para que la lleve con su madre
a Gronigen. Está contenta, se pone un poco mimosa,
hace su pequeño primer gesto de posesión
al cepillar tu chaqueta. Afuera se oye
el ruido de los cascos de los caballos sobre los adoquines.
Es el momento en que las obligaciones para con la vida de otra persona
parecen insoportables. Siempre queremos volver a nacer
pero en realidad hacerlo, ¿te das cuenta?

Parece redundante. Ésta es la vida que te eligió
y que tú elegiste. Aquí tienes el cepillo, la crin,
el pelo del tejón, la barba del macho cabrío, la arena.
Y el olor de la pintura. El volátil, acre aceite
de linaza, semilla de colza. Aquí está el hedor de la esencia
de pino en un bote de trementina. Aquí está la mano,
la mancha de la muñeca, el escarceo del tendón en el golpe de pincel. Aquí
la nube, el agua del lago alzándose una mañana de verano,
polvo y polvo y polvo de tiza, la humedad de la pintura
que se adhiere al entramado de lino del lienzo, aquí
está la fidelidad de capas sobre capas sobre capas de pintura.

Hay algo que permanece de un modo inaprensible,
sigue vivo porque no lo podemos poseer.

Dietario voluble (fragmento) - Enrique Vila-Matas



He oído decir que la única manera de cuidar el ánimo es manteniendo templada la cuerda de nuestro espíritu, tenso el arco, apuntando hacia el futuro. Pero yo en este momento estoy solo, y atardece; veo desde mi ventana el último reflejo del sol en la pared de la casa de enfrente. Aunque mantengo templada la cuerda de mi espíritu, lo cierto es que tanto el momento del día como ese último reflejo no me parecen el contexto más adecuado para apuntar hacia nada. Por si fuera poco, me viene a la memoria Sed de mal, con Marlene Dietrich, ojos muy fríos e impávida, espetándole rotunda a Orson Welles después de echarle las cartas: "No tienes futuro".
Y es más, me llega de golpe la impresión, a modo de súbito destello, de que cuando oscurece, siempre necesitamos a alguien: todos somos vulnerables, nos sentimos solos, tenemos muchos miedos y necesitamos mucho afecto. Eso aumenta mi impresión de angustia, aunque paradójicamente la impresión misma termina por revelarse muy feliz y oportuna cuando descubro que le hace sombra a todo, hasta a la pared de la casa de enfrente y al último reflejo del sol, y de paso incluso a cualquier idea de futuro.

lunes, 14 de noviembre de 2011

a veces siento tanto
lo que siento por ti que
me meto en uno de esos
pasajes por los que no pasa
nunca nadie y hay puros zurcidores
japoneses y afiladores de tijeras y me
pongo a llorar mirando un ovillo de lana

BRMC


podría ser lunes
y la radio podría estar encendida
y el pintalabios que aún no me he puesto en la taza
y yo podría estar descalza
y tú diciéndome que es noviembre
podría sonar mercy de BRMC
y fuera el viento peinando la angustia
y podría ser al otro lado del espejo sólo pared
y mi corazón como una isla
y la tormenta que nunca llega
podría ser ayer y aún no te habrías ido.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Apuntes de fuego - Tomas Tranströmer




Durante los meses tristes, centelleó mi vida sólo cuando hice el amor contigo.
Como la luciérnaga se enciende y se apaga, se enciende y se apaga- a medias puede uno seguir su camino
en la noche oscura del olivar.
Durante los meses tristes, estaba el alma desesperada y sin vida
pero el cuerpo caminó directo hacia ti.
El cielo de la noche rugió.
Sigilosamente ordeñábamos cosmos y sobrevivimos

sábado, 12 de noviembre de 2011

sin intoxicarla.....







































pregúntale al diablo
si te queda algo
por empeñar

y si es así
dame una noche
una sola noche

sin intoxicarla

quebrémonos
salvémonos

y mi ropa yacerá
como un animal somnoliento
a los pies de tu cama

sabes que eres como el viento
golpeando en la ventana
de mi deseo

sabes que eres el dios salvaje
que reina
en mi alma

sé de tus amaneceres
sé de tus oscuridades

comparto ese lenguaje
del silencio
que pocos entienden

arranco la maleza
de tus senderos ocultos
y puedo darte luz,
aire y 21 grados

saca lo mejor de ti
saca lo peor de ti

y si pretendo escapar
muérdeme los tobillos

tú puedes


Que intenté dejarte,
no lo he negado.
Cerré el libro sobre nosotros
al menos cien veces,
pero sigo despertando
cada mañana a tu lado.
Los años pasan
y tú pierdes tu orgullo.
El niño está llorando
así que no sales,
todo tu trabajo
está justo delante tuyo.
Buenas noches, mi amor,
espero que estés satisfecha.
La cama es un poco estrecha
pero mis brazos son dos cornisas
y aquí hay un hombre a tu lado
trabajando aún por tu sonrisa.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Todas las habitaciones de mi vida - Louis Aragon








































Todas las habitaciones de mi vida
Me habrán estrangulado con sus paredes
Aquí los murmullos se ahogan
Los gritos se rompen

Aquellas en las que viví solo
Con grandes pasos vacíos
Aquellas
Que guardaban sus espectros antiguos
Las habitaciones de indiferencia

Las habitaciones de la fiebre y aquella que
Había yo instalado para ahí fríamente morir
El placer alquilado Las noches extranjeras

Hay habitaciones más hermosas que las heridas
Hay habitaciones que os parecerán banales
Hay habitaciones de súplicas
Habitaciones de luz baja
Habitaciones dispuestas a todo excepto a la felicidad
Hay habitaciones para mí de mi sangre para siempre
salpicadas

En todas las habitaciones viene un día en que el hombre
se despelleja vivo
En que cae de rodillas que pide piedad
Que balbucea y se vuelca como un vaso
Y padece el suplicio espantoso del tiempo
Derviche lento es redondo el tiempo que gira sobre sí mismo
Que mira con ojo circular
El descuartizamiento de su destino
Y el pequeño ruido de angustia antes de las
Horas antes de las medias
No sé nunca si eso va a sonar por mi muerte
Todas las habitaciones son habitaciones de justicia
Aquí conozco mi medida y el espejo
No me perdona

Todas las habitaciones cuando por fin me he dormido
Han lanzado sobre mí el castigo de los sueños

Porque no sé de los dos lo peor soñar o vivir.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Alegría - Pierre Reverdy








































El aire huele a mar
El invierno tiene tanta altura que nos espanta
No se sabe dónde nacen los vientos
Ni que dirección toman
La casa cabecea como un barco
Qué mano nos mece

Al grito lanzado desde fuera
Salí para ver
Una mujer se ahogaba
Una mujer desconocida
La tendía la mano
La salvé

Después de haberle dicho mi nombre
Que ella no conocía
La puse a secar en un sitio más caliente
La vi volver a la vida y embellecerse
Luego como el calor aumentaba
Desapareció
Evaporada
Comencé a gritar y llorar
Y estallé
En carcajadas

Por un momento había recogido el renombre
En mi intimidad
Abrí la puerta y eché a correr
A campo traviesa a cantar a voz en cuello
Cuando volví
En mi casa se había hecho la calma
Y el fuego que se había apagado
Se encendió de nuevo

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Donde hayan vivido - Raymond Carver






Fuera donde fuera, aquel día andaba
por su propio pasado. Dando puntapiés a jirones
de recuerdos. Mirando las ventanas
que no hace mucho le habían pertenecido.
Trabajo, miseria y pocos cambios.
En aquella época vivían para sus deseos,
decididos a ser invencibles.
Nada les detendría. Al menos
durante muchísimo tiempo.

En la habitación del motel
aquella noche, de madrugada,
abrió una cortina. Vio nubes
cubriendo la luna. Se apoyó
en el cristal. Le traspasó un aire frío
que puso la mano sobre su corazón.
Te amé, pensó.
Te he amado mucho.
Hasta que se me acabó el amor.

Tren expreso (1912) - Gottfried Benn







































Pardo como el coñac. Pardo como el follaje. Rojizo. Amarillo malayo.
El tren express Berlín-Trelleborg y los balnearios del Mar Báltico.

Carne que se desnuda.
Bronceada por el mar hasta en la boca.
Madura, inclinada hacia la felicidad griega.
En la nostalgia de la media luna, qué lejos está el verano
Ya es el penúltimo día del mes noveno.

Anhelamos el rastrojo y la últimas almendras.
Despliegues, la sangre, las fatigas,
la cercanía de las dalias nos aturde.

El moreno masculino se lanza sobre la piel bronceada femenina:

una mujer es algo para una noche
y si fue hermosa, ¡también para la próxima!
Oh! Y después, otra vez este estar-otra vez-consigo-mismo
Estos silencios. Este dejarse-llevar.

Una mujer es algo con aroma.
Inexplicable. ¡También muere! Reseda.
Allí está el sur, el pastor y el mar.
Sobre cada declive se recarga una dicha.
La piel trigueña femenina se tambalea hacia el cuerpo bronceado
[del hombre:
Detenme. Escúchame, me caigo.
Tengo la nuca muy cansada.
Oh, esta febril, dulce, última
fragancia de los jardines.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Habitaciones (Poema del tiempo que no pasa) - Louis Aragon



Vi durante la guerra a un marinero que se había
Dado como cuaderno su cuerpo entero pinchado
Con agujas azules
Cubierto estaba de mujeres y serpientes y bosques
Pero no se desnudaba ante cualquiera
Jamás le pasó por la cabeza pedir a aquellos
Que lo leían dinero por ver

No soy yo muy diferente de ese hombre
Menos bello eso es todo No doy
Más espectáculo que el de mi alma
Estoy sentado en un escalón de mí mismo
Escribo un discurso jamás pronunciado
Pero mi mano tacha inmediatamente la frase comenzada
Lo que quiero decir no es más de las palabras que un suspiro
Que un signo de mí mismo un nombre de
Otro mundo un trazo mediante el cual me traiciono
Una curva sin ley rápida en cortarse y

Recortarse tacho
Lo que escribo mi muñeca anula los vocablos
Con su látigo de tinta pura azul
Tacho lo que escribo anonado rayo
El decir como un dorso
Queda

La línea retorciéndose en su lecho de sílabas
Y yo te reconozco en este desorden de mi mano

Todas las tachaduras de cuanto escribo son mujeres tendidas
A semenjanza tuya
Hay en el canto intentado esa sombra de ti
Siempre o esa ausencia

Esas mujeres a las que un solo trazo dibuja boca arriba
Como si hubiera rechazado los viejos ropajes de la lengua
Y tú me hubieras sido devuelta más allá de las ideas
De repente desnuda
O la sábana lentamente retirada de una memoria
Sobre ti sola oh gran desorden de mi vida
La sábana gigante de la palabra bruscamente apartada de ti para de pronto

Volver a abrir los ojos sobre ti tal en el fondo de la vista
Cerrados que sigas siendo
Una piedra de escándalo en el corazón de los siglos grabada en el fondo de una tumba
Volver a ver no soñar
La inscripción temblorosa en tu labio
El discurso infinito con que tus brazos me envuelven

El largo ceremonial oblicuo de amar

Escribo tu cuerpo escribo tu alma
Sin el intermedio de las palabras
Mi amor desanudado mi tempestad de llamas
Sobre el lecho de mí mismo en que tú no estás
Aún

Escribo tus manos tus brazos tus ojos tu boca
De un solo trazo que recorre demente tus misterios

De un solo trazo que se retuerce que se muerde que se arrastra y protesta
De un solo trazo convulso que te abraza en cien gestos
Una vez más una vez más
Escribo tú como un batir de alas sobre los techos

De pronto puebla el cielo el gran signo de cruz
De las cigüeñas

Interior - Philippe Jaccottet




Hace mucho tiempo que intento vivir aquí,
en esta habitación que aparentemente amo,
con la mesa, los objetos indiferentes, la ventana
que se abre al final de cada noche a otro ramaje,
el corazón del mirlo late en la hiedra sombría,
el resplandor consume en todas partes la antigua oscuridad.

Yo también acepto creer que todo es aquí dulce,
que estoy en mi casa, que el día será hermoso.
Pero justo al pie de la cama está esa araña
(a causa del jardín) que no he pisoteado
bastante, y se diría que aún fabrica
la trampa que espera a mi frágil fantasma.

Por la mañana, pensando en el imperio - Raymond Carver


Apretamos los labios contra el borde esmaltado de las tazas
e intuimos que esta grasa que flota
en el café logrará que el corazón se nos pare cualquier día.
Ojos y dedos se dejan caer sobre los cubiertos de plata
que no son de plata. Al otro lado de la ventana, las olas
golpean contra las paredes desconchadas de la vieja ciudad.
Tus manos se alzan del áspero mantel
como si fueran a hacer una profecía. Tus labios se estremecen...
Te diría que al diablo con el futuro.
Nuestro futuro yace en lo más profundo de la tarde.
Es una calle angosta por la que pasa un carro con su carretero,
el carretero nos mira y vacila,
luego menea la cabeza. Mientras tanto,
rompo indiferente el espléndido huevo de una gallina de raza Leghorn.
Tus ojos se nublan. Te vuelves para mirar el mar
tras la hilera de tejados. Ni las moscas se mueven.
Rompo el otro huevo.
Seguramente nos hemos empequeñecido juntos.

Pedro Casariego Córdoba

"Los que escribimos poesía solemos ser bastante blandengues. Un buen poema quizá sea el lado valiente de un cobarde. O la bala de un sentimental. O la belleza de un imbécil. El trabajo de un escritor consiste en boxear con el abecedario para conseguir un amor, o más de uno, un cheque tan mágico como una alfombra, y un gramo de gloria que sirva para no oler a sudor."

sábado, 5 de noviembre de 2011

CASABLANCA - Ángeles Mora



Entre todos los bares del mundo
he venido a este bar para encontrarte,
furtiva como siempre,
para rozar la piel de tus esquinas.

Y cómo me hace daño tu cansancio
-ya sabes que mañana es cada lunes-
esa vieja, tristísima, memoria
de buscarle sentido a algo que bulle
como se abre una flor,
así, de golpe.

Manías de la ausencia y tu nostalgia.
Te noto tan cansado...
Quiero dormir contigo. Busco sólo
un poco más de sueño y tabaco.
Quiero morir contigo.
¿Por qué no me prometes un cumpleaños más?
Las arrugas ahí sí que son cosas serias
o el paso de los días,
con mis pechos que bajan a acariciar tus manos.

Y luego cuando un labio nos elude
en la piel de las ingles, ay, no muerdas,
y nos brinca por dentro...

Pero ahora llega el tren
como un viejo caballo del National
qué diestro en los obstáculos,
qué sucia su taberna,
qué mediodía oscuro al despedirte.
Te veo tan delgado
con tus causas perdidas,
tus canas en las llamas de la copa,
mi amargo luchador,
sonriendo lentamente, como si te murieras.

Como al decirme adiós.

La crisis - Charles Bukowski

Demasiado, demasiado poco, demasiado gordo, demasiado flaco, o nadie. Risas o lágrimas. Odios, amantes. Extraños con caras como cabezas de clavos. Brazos corriendo a través de calles de sangre, agitando botellas de vino, ensartando y culeando vírgenes. Un viejo en una habitación barata, con una foto de Marilyn Monroe. Hay una soledad tan grande en este mundo que puedes verla en el lento movimiento de las agujas del reloj. Gente tan cansada, mutilada, sea por amor o por no amor. La gente no es buena con los demás, los ricos no son buenos con los ricos, los pobres no son buenos con los pobres. Tenemos miedo. Nuestro sistema educacional nos dice que todos podemos tener grandes culos ganadores. No nos dijo sobre las alcantarillas o los suicidas. O el terror de una persona sufriendo en un lugar, sola, sin que la toquen, ni le hablen, regando una planta. La gente no es buena con los demás. Supongo que nunca lo serán. No les pido que lo sean, pero a veces pienso en eso. Los glóbulos fluirán, las nubes nublarán y el asesino decapitará al niño, como tomando un poco de un cono de helado. Demasiado, demasiado poco, demasiado gordo, demasiado flaco, o nadie. Más odios que amantes. La gente no es buena con los demás. Quizá si lo fueran, nuestras muertes no serían tan tristes. Mientras tanto, miro a las chicas, frescos retoños, flores de oportunidad. Debe haber una manera. Seguramente debe haber una manera que aún no hemos encontrado. ¿Quién puso este cerebro dentro mío? Llora, demanda, dice que hay una oportunidad. Él no dirá: "No".

viernes, 4 de noviembre de 2011

Una nube de colores - Mahmud Darwish


Lavo los platos, me lleno de un vacío estimulante y lleno el tiempo con las pompas de jabón. Al agua del grifo le falta un instrumento musical. La acompaño silbando entrecortado, con retazos de una melodía ramplona. Jugueteo con la espuma, parecida a una nube en la que brillan y se extinguen los colores de la estación. Cojo la nube y la extiendo sobre los platos, los vasos, las tazas, las cucharas y los cuchillos. La nube se infla con las gotas que caen. La cojo y la echo a volar y me sonríe: me lleno aún más de mi vacío. No pienso en nada, como si yo mismo fuera un mediodía despreocupado. Pero desde algún lugar lejano aterrizan en la pila imágenes de recuerdos neutros, recuerdos que ni me alegran ni me apenan, como el de un paseo por un pinar o el de la espera de un autobús bajo la lluvia. Los lavo con el cuidado del que coge una vasija de cristal literario, y cuando me aseguro de que no se han roto, los devuelvo sanos y salvos a su lugar de origen en el pinar, y yo me quedo aquí. Jugueteo con la espuma, me desentiendo de cuanto no es presente. Miro satisfecho mi mente limpia como una copa, mi corazón libre de manchas como un plato primorosamente lavado. Y cuando siento que por fin me he llenado del vacío, lleno el vacío con palabras que no incumben a nadie sino a mí: estas palabras.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Análisis tardío - Pier Paolo Pasolini



Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa;
que todo aquello que toco ya lo he tocado;
que soy prisionero de un interés indecente;
que cada convalecencia es una recaída;
que las aguas están estancadas y todo tiene sabor a viejo;
que también el humorismo forma parte del bloque inamovible;
que no hago otra cosa que reducir lo nuevo a lo antiguo;
que no intento todavía reconocer quién soy;
que he perdido hasta la antigua paciencia de orfebre;
que la vejez hace resaltar por impaciencia sólo las miserias;
que no saldré nunca de aquí por más que sonría;
que doy vueltas de un lado a otro por la tierra como una bestia enjaulada;
que de tantas cuerdas que tengo he terminado por tirar de una sola;
que me gusta embarrarme porque el barro es materia pobre y por lo tanto pura;
que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza.

martes, 1 de noviembre de 2011

Una evocación - Eduardo Haro Ibars



¿Pero es que alguna vez nos hemos visto?

Llovían rombos creo sobre el monte más viejo
se escuchaban los gritos y los cantos
de los coches más rojos y las tardes más leves
Cuando en cegueras delicadas frías
(pavos de un agua triste o de un cadáver tenso)
creímos encontrarnos en los rabos del tiempo
Yo me inventaba un árbol donde ahorcarme
tú convertías el silencio en salmos
arquitectura helada de pasillos secretos
Y las palabras eran luces blancas
invención de fantasmas y vestigios
¿Pero es que alguna vez hemos estado
juntos en un desierto o en un cuento
en un bar luminoso y sin espectros?
Ahora ya no lo creo
pienso haber caminado como un zombi
por la empinada calle de las copas
(Como ya estamos muertos
los escaparates del espacio
las farolas que suaves aterrizan
no son más que recuerdos de este mundo
al que llamamos nuestro)
¿Pero es que alguna vez nos conocimos?
Las brujas intentaban alaridos/diamantes
para poner sus puntos y sus comas
en nuestro raro diálogo de muertos
Nada que hacer El polvo con el polvo
iba por avenidas de algodón
supongo que hoy reniegas del fantasma
que he sido siempre para ti –yo guardo
en un rincón sin sueños fotografías heladas
relámpagos de fresa en los espacios fríos
Y es que este sol ya no tiene sentido.

La Folie Baudelaire - Roberto Calasso


                                                           Pido a todo hombre que piensa me muestre
                                                                                      lo que subsiste de la vida.
                                                                                                    BAUDELAIRE


Baudelaire le proponía a su madre Caroline encuentros clandestinos en el Louvre: "No hay otro lugar en París donde se pueda conversar mejor; hay calefacción, se puede esperar sin aburrirse y por otra parte es el lugar de encuentro más decente para una mujer." El miedo al frío, el terror del aburrimiento, la madre tratada como una amante, la clandestinidad y la decencia sumados en el lugar del arte: sólo Baudelaire podía combinar estos elementos casi sin darse cuenta, con completa naturalidad. Era una invitación irresistible, que se hace extensiva a quienquiera que la lea. Se puede responder a esa invitación vagando por Baudelaire como por uno de los Salons sobre los que escribió -o incluso como por una Exposición Universal-. Encontrando de todo, lo memorable y lo efímero, lo sublime o la baratija; y pasando continuamente de una sala a otra. Pero si entonces el fluido aglutinante era el aire impuro de su tiempo, ahora lo será una nube opiácea, en la que esconderse y recuperar fuerzas antes de volver al aire libre, en las vastas superficies, letales y pululantes, del siglo XXI.

(inicio de la novela La Folie Baudelaire)